lunes, 28 de mayo de 2012

un pueblo que no muere a pesar de todo


UN PUEBLO QUE NO MUERE A PESAR DE TODO

Los yaquis son un pueblo indígena del estado de Sonora, (México), asentados originariamente a lo largo del río Yaqui.
El conjunto del territorio yaqui comprende tres zonas claramente diferenciadas: una zona serrana Sierra del Bacatete; una zona pesquera Guácimas y Bahía de Lobos y tierras de cultivo el valle del Yaqui En la actualidad, la población alcanza aproximadamente los 32 000 habitantes según ciertas fuentes, habiendo sido duramente reducidos por las guerras que libraron por su supervivencia durante más de 50 años. A finales del siglo XIX, bajo la dictadura de Porfirio Díaz fueron cruelmente perseguidos y muchos deportados a plantaciones de Yucatán y Quintana Roo Muchos de ellos regresaron a pie a sus tierras ancestrales, en tanto que otros emigraron a Arizona Estados Unidos para escapar de la represión del gobierno mexicano. La población yaqui de Arizona es de 8000 habitantes y la tribu es reconocida por el gobierno estadounidense. Siendo muy prospera esa nación Yaqui, pues maneja muchos negocios, como son los casinos, tienen una buena organización.
En la actualidad, además de los habitantes de la zona tradicional yaqui, existen otros grupos asentados en las diferentes ciudades del estado de Sonora. Al no regresar a sus pueblos, forman sus propias colonias dentro de las ciudades importantes. En la ciudad de Hermosillo, capital de Sonora, son conocidos como barrios yaqui las colonias de La Matanza, El Coloso y Sarmiento, lugares donde sus habitantes hacen esfuerzos por conservar las tradiciones y raíces culturales de la nación yaqui.
Un pueblo que ha dado mucho a Sonora y a México, del que no nos debemos de olvidar, facilitándoles respuesta a sus demandas muy sentidas e históricas; no hay que ser por lo tanto disimulados y darles lo que genuinamente les corresponde, es un deber de las autoridades, por lo mucho que nos han dado, ¿no cree usted?.
MITOS YAQUIS;
EL ORIGEN DE LA LLUVIA
Cuenta la leyenda que en tiempos antiguos, la región yaqui vivió una intensa sequía. Los ojos de agua se secaron, las rocas se carbonizaron y el suelo ardía debido a la escasez del tan preciado líquido. Los ocho pueblos sufrían de una insaciable sed.
Los líderes principales de los ocho pueblos, muy sedientos entonces, decidieron intentar comunicarse con Yuku, el dios de la lluvia. El noble gorrión, capaz de surcar los inmensos cielos con su incesante aleteo, fue el primer elegido para llevar el mensaje a Yuku, ante a presencia del cual exclamó:
– He venido en nombre de los ocho pueblos a pedirte el favor de tu lluvia –
A lo cual el dios respondió:
– Con gusto. Vete sin preocupación y dile a tus jefes que muy pronto habrá lluvia –
Aunque el gorrión descendió a la velocidad de una centella, poco antes de llegar al pueblo el mundo se llenó de nubes y comenzaron los rayos; fue así que el veloz huracán alcanzó al avecilla y el agua por lo tanto nunca llegó a la tierra yaqui.
Ante el fracaso del gorrión el pueblo yaqui ordenó ahora a la golondrina llevar a cabo la misión. La golondrina voló hacia el dios de la lluvia, suplicándole de parte de sus jefes que enviara un poco de agua porque el pueblo moría de sed. Yuku le respondió de muy buen humor: – Ve sin preocupación con tus jefes y ten la seguridad que tras de ti llegará la lluvia –. La golondrina voló de regreso, pero al igual que el gorrión, fue alcanzada por el rayo y el viento. Ni ella ni una sola gota de lluvia llegaron a la tierra yaqui.
Entonces, los líderes de la tribu, desesperados por no saber a quien más enviar decidieron mandar al sapo. Primero trataron de localizarlo en la laguna o “Bahkwam” como se le conoce de acuerdo a la tradición Yaqui. Una vez que lo encontraron llamándolo por su nombre “Bobok” le dijeron que fuera a una junta a un lugar cercano a Vícam. Ahí se encontraban los líderes principales de los ocho pueblos. El sapo se presentó y le dijeron:
– “Debes ir con el dios de la lluvia y rogar por que nos la mande” –
“Muy bien”, dijo el sapo, “Con su permiso me retiraré para alistarme para el viaje de mañana. Espérenme a mí y a la lluvia”. Se fue de regreso al Bahkwam y visitó a un amigo que era mago que le proporcionó unas alas de murciélago.
Al día siguiente, Bobok voló hacia las nubes y encontró al dios de la lluvia. Luego de saludarlo de parte de sus jefes, le dijo : “Señor, no trate tan mal a los yaquis. Envíennos un poco de agua para beber porque morimos de sed”.
“Muy bien” respondió Yuku. “Adelante, no te preocupes, la lluvia te seguirá muy aprisa”
Bobok fingió partir pero realmente se metió bajo la puerta de la casa del dios de la lluvia. Después, el cielo se nubló, se vieron rayos, se oyeron truenos y comenzó a llover. La lluvia llegaba a la tierra pero no alcanzaba a Bobok. El sapo (ahora con alas) subió más arriba que la lluvia, diciendo : “Kowak, kowak, kowak”.
La lluvia, oyendo al sapo, comenzó a caer de nuevo. El sapo dejó de cantar y la lluvia, pensando que Bobok estaba muerto, se calmó otra vez. Entonces, el sapo empezó a cantar de nuevo, yendo desde la lluvia hacia la tierra. Al fin la lluvia llegó a la región yaqui, todavía buscando al sapo para matarlo.
Llovía por toda la tierra y de repente hubo muchos sapos, todos cantando. Bobok devolvió las alas de murciélago a su amigo mago y vivió tranquilamente en su laguna Bahkwam

No hay comentarios:

Publicar un comentario