martes, 29 de mayo de 2012

geronimo entre el mito y la realidad


Gerónimo, entre el mito y la realidadPDFImprimirCorreo electrónico
Escrito por Administrator   
Domingo 31 de Octubre de 2010 21:38
LAWTON, Oklahoma, EE.UU. / AP - La historia de Gerónimo simboliza un poco la historia del viejo oeste estadounidense: un legendario guerrero apache cuyas hazañas en el campo de batalla alcanzaron contornos sobrenaturales.

Todavía hoy el destino de sus restos sigue intrigando a los historiadores. Hay quienes creen que personas que saqueaban tumbas, incluido Prescott Bush, padre y abuelo de futuros presidentes, se llevó su calavera para usarla en una poderosa sociedad secreta de la universidad de Yale.

Los historiadores no se creen ese cuento. Dicen que Gerónimo todavía está enterrado en Fort Sill, Oklahoma, y que muchas de las leyendas en torno a su persona son más mito que realidad.
“A cada rato nos vemos obligados a desvirtuar alguna historia”, comentó Towana Spivey, arqueóloga que dirige el Museo de Fort Sill desde hace 20 años. “No me sorprendería que tengan una calavera, pero estoy segura de que no es la de Gerónimo”.

Algunos descendientes de Gerónimo quieren que sus huesos, estén donde estén, sean llevados a Nuevo México.

En ocasión del 100 aniversario de la muerte de Gerónimo, en febrero de este año, se radicó una demanda contra Yale, el gobierno federal estadounidense y la sociedad secreta Skull and Bones, que generó divisiones entre los miembros de su tribu y descendientes del líder indígena. 

La leyenda de que Prescott Bush y otros miembros de la sociedad sacaron los huesos de Fort Sill ganó peso en tiempos recientes, cuando un investigador de Yale descubrió una carta de 1918 en la que uno de ellos dice que se había exhumado la calavera de “Gerónimo el Terrible” y había sido llevada a la sede de Skull and Bones en Connecticut.

No obstante, historiadores de Oklahoma que han estudiado a Gerónimo por años dicen que esa historia es uno de tantos mitos sobre el líder indígena que han surgido después de su muerte.
David Miller, profesor jubilado de la Universidad de Cameron de Lawton que estudió a Gerónimo durante años, dice estar convencido que sus restos permanecen en su tumba, debajo de una pirámide con adornos rodeada por adoquines, sobre los cuales hay un águila de piedra.

Miller dice que cuando Bush estuvo destacado en Fort Sill en 1918, junto con otros miembros de Skull and Bones, había un cementerio con los restos de algunos indígenas cerca del fuerte, pero la tumba de Gerónimo se encontraba a varios kilómetros, del otro lado de un puente destartalado, en un sitio casi inaccesible.

Miller acota que la tumba de Gerónimo no estaba marcada por esos días y que solo un puñado de apaches sabían donde se encontraban, y no estaban dispuestos a decírselo a los oficiales del fuerte.
“No sé cómo pudo haber hecho Prescott Bush para encontrar la tumba”, expresó Miller. “Desentierran a alguien y dicen que es Gerónimo. Eran chicos universitarios. ¿Quién sabe lo que hicieron?”.

La mística en torno al guerrero apache y una sociedad ultrasecreta que integra a los jóvenes de elite del país y realiza extraños rituales constituye una combinación explosiva, capaz de generar relatos fascinantes, según Alexandra Robbins, autora de “Los secretos de la tumba”, un relato histórico de Skull and Bones.

Skull and Bones no ha respondido a la demanda todavía y Robbins dice que esa agrupación no tiene incentivo alguno para devolver los restos que pueda esconder dentro de su cripta en New Haven.

“¿Por qué lo haría?”, preguntó. “No tienen ningún incentivo y mientras más se prolongue el caso, surgen más pantallas de humo y espejos, que es lo que quieren los integrantes de la sociedad. Les encanta el misterio y lucir como más grandes y terribles de lo que realmente son”.

Si bien ese es la más perdurable de los relatos en torno a la supuesta desaparic
ión de los huesos de Gerónimo, historiadores como Spivey y Miller insisten en que hay innumerables relatos sobre el famoso guerrero que son pura ficción.

Gerónimo pasó años combatiendo a los ejércitos de Estados Unidos y México, y alimentando el mito en torno a su persona, ayudado por la publicación de fotografías en la prensa de fines del siglo XIX.
Una de sus fotos más famosas lo muestra de rodillas, vestido con las tradicionales indumentarias indígenas, con un rifle en las manos y una mirada fría.

Gerónimo pasó los últimos 15 años de su vida como prisionero de guerra en Fort Sill, pero se le permitía permanecer en una de las aldeas tribales y hasta participó en el desfile de las ceremonias inaugurales del presidente Theodore Roosevelt en Washington en 1905.

Incluso después de derrotado su leyenda siguió creciendo. A los estudiantes que visitaban Fort Sill les decían que Gerónimo se paseaba por su celda con tanta intensidad que había dejado un sendero en el piso de piedra.
Ridículo, dice Spivey.
“Según el propio Gerónimo, pasó apenas tres fines de semana en la celda”, manifestó.
Otros relatos hablan de la ferocidad con que combatía.

“Una de las historias que se contaba en Fort Sill era que Gerónimo tenía una frazada con las cabelleras de 99 mexicanos, que usaba cuando había desfiles en Lawton”, expresó Miller. “El problema es que nadie recuerda haber visto esto. Ese es un ejemplo del folklore que se generó”.

Cuando Gerónimo viajaba a la vecina Lawton, dijo Spivey, era acompañado por al menos un custodio armado, alimentando la creencia de que el desafiante guerrero consideraba la posibilidad de escapar.
“Se decía que necesitaba una escolta para que no se escapase, pero la realidad es que lo acompañaba alguien para que no le sucediese nada”, sostuvo Spivey. “Iba para protegerlo”.

A medida que se publicaban historias de Gerónimo en diarios, revistas y libros de la época, aumentaba el romanticismo sobre los indígenas y a Gerónimo le gustaba su status legendario, de acuerdo con Miller.

“Cuando llega a Fort Sill, hay mucho interés en él y casi terminó manejando el fuerte”, dijo Miller. “La gente quería darle proyección internacional y él estaba encantado. El mismo generaba publicidad. Posaba con armas y se hizo muy, muy conocido”.

Algunos soldados de la fuerza aérea inscriben el nombre de Gerónimo en sus uniformes. Spivey cuenta que es una tradición que data de la Segunda Guerra Mundial, cuando un paracaidista que había visto una película sobre Gerónimo la noche previa gritó el nombre del guerrero indígena antes de un salto. Incluso en la actualidad algunos jóvenes estadounidenses gritan su nombre al hacer saltos en deportes extremos.

Miller expresó que hay otro mito según el cual Gerónimo saltó por un precipicio de decenas de metros al ser perseguido por el ejército en un intento de fuga.

“Esta idea de que saltó en Medicine Bluff al tratar de escapar es absurda”, señaló.
“Los indígenas resultaban cada vez menos peligrosos y se los rodeó de este elemento romántico. Gerónimo alimentó esa percepción y fue el personaje más romántico de todos los que quedaban”.

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